miércoles, 14 de noviembre de 2012

Mil y 1 excusas...

Ante la convocatoria de la segunda huelga general en lo que llevamos de año, aquí vienen algunos consejos para la gente que vive feliz, en su mundo, y no piensa participar en ese acto de protesta y al mismo tiempo autoengañarse de cara a la galería:

NO SIRVE PARA NADA.
La excusa por antonomasia. Has de tratar de convencer a los demás de que si supieras que cambiaría algo, sin duda harías huelga. Pero procura callarte que en realidad no has participado ni en ésta ni en ninguna otra, sino tu excusa perdería mucho crédito.

NO ME PUEDO PERMITIR PERDER EL SUELDO DE UN DIA.
En época de crísis como la presente resultará la excusa mas creíble. Eso sí intenta, al menos durante los próximos dos meses, dejar de alardear de tus últimas vacaciones a cuerpo de rey o esconde ese nuevo modelo de smartphone con la manzanita serigrafiada en su parte posterior.

NO CONFIO EN LOS SINDICATOS.
La excusa más de moda ahora mismo. Dilo así, contundentemente, con todas las palabras. Y quedarás como un señor. Resulta perfecta para dar la imagen de ser aún más luchador y reivindicativo que los propios organizadores, aunque claro hoy precisamente prefieres ir a trabajar porque te han defraudado tanto que no les das ni agua. Si eso, ya demostrarás tu inconformismo mañana en la tertulia improvisada de todos los días en tu cafetería habitual.

SI APARECEN PIQUETES TENDRE QUE CERRAR.
No hay derecho, lo sabemos, que quieran coartar tu derecho a trabajar, que se habrán pensado, total por defender los derechos que consiguieron nuestros abuelos y que estamos perdiendo a pasos agigantados. Nada que ver con los piquetes empresariales, que no necesitan ni silicona ni romper ningún escaparate, son mucho más finos y elegantes, y se mueven en miles de pequeños negocios, comercios y empresas con pocos empleados: si no vienes este día no vengas más, no se te renovará, atente a las consecuencias, etc, etc, etc...

martes, 11 de septiembre de 2012

Expolio Social

Entiendo por expolio la sustracción de una pertenencia para beneficiar a un tercero. El expolio como forma de utilizar la riqueza de unos para invertir en beneficio de otros es algo habitual en la gestión de recursos comunes. De hecho, dentro del ámbito europeo se podría decir que los países más pobres han expoliado a los más fuertes económicamente. Dentro de la misma Catalunya estoy seguro que el área metropolitana de Barcelona es expoliada en impuestos y aportaciones para que zonas rurales o menos pobladas puedan disfrutar de servicios a un nivel parecido al de la capital. Incluso los recursos locales se distribuyen de forma desequilibrada dependiendo del barrio o la calle.

Pero como suele pasar, lo que preocupa es lo que pagamos los catalanes. Como ya apunté en una pasada entrada de blog Quina Canya! molesta no tanto el hecho en sí mismo como que esté relacionado con España.


Para quienes se encargan de administrar nuestros recursos, el gobierno de la Generalitat, éste y otros argumentos parecidos les van de perlas. Para no verse obligados a rendir cuentas ante la ciudadanía. Así todo su empeño es generar sentimientos de desarraigo aunque sea a costa de encabezar protestas (pseudo-revolucionarias para que el pueblo descontento se sienta mas motivado) de carácter independentista.

Por eso la voz de muchos ciudadanos en la marcha de hoy expresará un deseo soberanista, aunque según mi criterio, tambien serán condescendientes con ciertas políticas y actitudes de quienes ocupan la Plaça de Sant Jaume.

Con o sin expolio, el reparto de unos recursos hacia unas prioridades u otras es lo que define el sentido de un gobernante. Y los nuestros, con los recursos de que disponen han ido recortando el estado de bienestar de todos los catalanes derivandolos hacia temas tan prioritarios como es la construcción de una gloriosa identidad nacional.

Aquí se ha utilizado dinero público para mantener nada menos que 6 cadenas de televisión + 4 emisoras de radio, subvencionar colegios de élite, desplegar una red de embajadas por diversos países y continentes, suprimir el impuesto de sucesiones para las grandes fortunas, construir aeropuertos infrautilizados, tapar escandalos de malversaciones y corrupción a todos los niveles, las famosas comisiones del 3%, los agujeros financieros de Unnim o CatalunyaCaixa, promocionar el uso del catalán en el sur de Francia, mantener diversas ONG's de dudosa utilidad social como Omnium, pagar los sueldos de altos cargos mas elevados de todo el estado... Al mismo tiempo que se recortan derechos, se desmantela la escuela y la sanidad públicas y se pacta todo tipo de medidas neoliberales con el gobierno conservador del PP.

Esto es lo que yo llamo un expolio social y que, previsiblemente, en cierto modo va a ser refrendado por miles de catalanes, después de la masiva manifestación de esta tarde.

domingo, 29 de julio de 2012

Post-Síndromes

Es domingo. 8:45 de la mañana. Abro los ojos porque me despierta el reggaeton de algún vecino a un volumen considerable. Después de tomar mi reconfortante café con leche y de pasar por la ducha salgo a la calle. 

Anoche al llegar no me dí cuenta, pero ahora a la luz del día observo un cristal destrozado de la entrada del parking. Mientras, puedo volver a corroborar que todo lo susceptible de grafitearse lo está: papeleras, persianas, contenedores, paredes... y me encamino a buscar el pan con la cabeza agachada y la mirada hacia el suelo, por lo que pueda pisar.

Se me hace duro constatar que mis vacaciones acabaron ayer y vuelvo a la cruda realidad. Que ya no estoy en Alsacia (F), ni en la Selva Negra (D). Que vuelvo a estar en un mundo, en un pais, en el que al entrar en la tienda a comprar no me saludan con una amplia sonrisa y un musical bonjour. Aunque la dependienta, como yo, como cualquiera, pueda tener un dia malo o estar agobiada por montones de problemas. Vuelvo a un mundo rodeado de suciedad y de ruidos, de vegetación calcinada, de corrupción sin castigo y de especulación en todos los ámbitos cotidianos.


La realidad acaba así golpeandome en la cara y haciendome ver lo que es. Que estoy más cerca, por cultura, por idiosincrasia, de cualquier señor de Murcia que de Stuttgart, por mucho que me coloquen una estrella de tela para intentar convencerme de lo contrario.

Y no, no sufro ningun síndrome post-vacacional. Se trataría más bien de un síndrome post-civismo, post-educación, post-naturaleza respetada, post-las cosas bien hechas, y post-me gustaría quedarme a vivir aqui.



No se trata de eso. Dentro de un par de días vuelvo a mi faena, con ganas y con entusiasmo, pues me gusta mi trabajo. Aunque en algún recóndito rincón dentro de mí pueda intuir que quizá sería más feliz a los mandos de un flamante tranvía recorriendo las calles de Strasbourg o de Freiburg im Breisgau.

jueves, 14 de junio de 2012

Vamos a contar mentiras... tralará


Montoro (2004): No es cierto que exista una burbuja inmobiliaria, y lo previsible y deseable es que se estabilice el precio de la vivienda.

Zapatero (2008): Lo que estamos sufriendo no es mas que una desaceleración del crecimiento económico.

Rajoy (2009): En una situación de crisis es un disparate subir los impuestos.

Cospedal (2009): Nunca, nunca se ha salido de una crisis subiendo los impuestos.

Zapatero (2010): España tiene el sistema financiero mas sólido de la comunidad internacional.

Rajoy (2011): Nuestra principal prioridad, como no podría ser de otra manera, es acabar con el desempleo en nuestro país.

Rajoy (2012): No habrá rescate europeo de la banca española.

De Guindos (2012): No ha habido la más mínima cuestión, la más mínima pregunta sobre una situación de rescate.

Rajoy (2012): No se trata de un rescate a la banca, es una línea de crédito en unas condiciones muy ventajosas para España. 


martes, 27 de marzo de 2012

Camaras y ... aburriendo!



Hace unas semanas hablaba de la moda del 3D para intentar dar oxígeno a una industria, la del entretenimiento y en particular el cine, que está a la deriva y sin rumbo. Pero es que esto como no se pongan rápido y se lo tomen en serio no tiene salvación posible. 

El otro dia, y para inagurar las posibilidades que nos dará a partir de ahora el BluRay de disfrutar en casa del cine en alta definicion HD (si, ya sé que soy un bicho raro, pero aún me gusta acudir al videoclub a alquilar alguna peli para el fin de semana) me pillé una de las últimas del Spielberg: Super8. La ví en la estantería, de aventuras para toda la familia, no era segunda parte de nada, ni de cómics ni superhéroes, vamos que parecía original y todo. 

Bueno comenzaré diciendo que en mi casa ya no quieren ver películas conmigo. Y es que el cine americano actual me resulta tan previsible, tan trufado de topicazos repetidos hasta la saciedad que a los pocos minutos de metraje ya les cuento a todos de que va y como será la película. Pero es que, uffff, me lo ponen en bandeja. 


Ya nada mas empezar digamos que no ilusiona especialmente, y es que el cine de Hollywood no da apenas concesiones, retrata la vida de ellos, de los USA. Por eso me comienzan a entrar picores cuando en nada ya tengo a toda pantalla un colegio con un horrible autobus escolar amarillo y una bandera de barras y estrellas ondeando en lo alto de un mástil. 

¡¡Los colegios que yo conozco no se parecen en nada a ese!! 

El padre del chico protagonista no es fontanero, ni cajero del super, ni notario... ¿lo adivinais? ¡eureka!, es ayudante del sheriff. Llegados a este punto ya echo de menos al fiscal del distrito, al poli corrupto, a los de asuntos internos, al padre absorbido por su trabajo que ni puede asistir al partido de béisbol de su hijo, la crema de cacahuete, el triturador de basuras, las explosiones que sólo empujan hacia delante, los cristales que al romperse no cortan... manoseados tópicos aunque no sean el caso esta vez.

El punto álgido, por patético más que nada, es cuando una simple y escuchimizada camioneta entra en las vías y consigue hacer descarrilar espectacularmente un pesado y larguísimo tren de mercancías, cuyos infinitos vagones saltan y vuelan por los aires mientras van incendiandose y explotando por aquí y allá.
Y mira en ese momento es cuando ya me cogen ganas de levantarme del sofá y emplear mi tiempo en alguna actividad mas placentera y provechosa, porque, o se me hace algún guiño en pantalla como diciéndome: vale ya se que nos hemos pasado tres pueblos con esta escena... o pienso que me están tomando por idiota. A partir de ahí la peli discurre por más bajos que altos hasta el desenlace final, que según hemos ido siguiendo la historia, se soluciona en dos segundos y no tiene ni pies ni cabeza en relación a lo que se nos había intentado explicar a lo largo de las casi dos horas de cinta. 

Total, que cada día más procuro huir del anodino y efectista cine americano y refugiarme en los personajes, historias y ambientes mucho más cercanos del cine europeo. Y no es nada fácil, habida cuenta de las pocas cosas que se hacen a este lado del océano. 

The End.

martes, 21 de febrero de 2012

El increíble verano mutante

Uno de los sucesos que me traen de cabeza en los últimos tiempos se refiere a la increíble transformación que sufren muchos padres en un período determinado y muy concreto de la existencia de sus hijos.

Si alguien me está leyendo pensará sorprendido: te estás equivocando, te refieres en esta entrada del blog a la transformación de los niños en adolescentes que acontece a cierta edad. Noooooo!! Esa evolución, ese cambio hacia la adolescencia es completamente natural, previsible y espontáneo, y su duración se alarga en el tiempo entre los 11 y los 15 años, dependiendo de los casos. Ese tema está más que estudiado.

A mí lo que de verdad me tiene intrigado es la mutación que sufren sus padres. 

Al parecer para la mayoría de los padres sus hijos sufren una extraña metamorfosis en los meses de julio y agosto de un verano en concreto, del que transcurre entre la finalización de la enseñanza primaria y el comienzo de la secundaria, entre la salida del colegio y la entrada al instituto, 10 semanas después.

Esos niños que tienen entre 12 y 13 años y que hasta el momento han acudido a la escuela acompañados de sus padres o familiares, y que dejan de pronto de necesitar atención. Es más, aunque la madre salga de casa a la misma hora, aunque el camino del instituto le coja de paso, nunca, jamás deberá ser vista caminando al lado de su hijo. Incluso dando un pequeño rodeo, si fuese necesario, para que nadie, o sea los compañeros del niño, la vean a su lado.

Padres que durante primaria participaban hasta en los campeonatos de futbito, misteriosamente dejan de aparecer por ese nuevo centro educativo, y no conocen a sus profesores, no conocen a los amigos de los que se rodea su hijo, no conocen a nadie...


Niños a los que se les restringía el uso de internet, a partir de dicho verano gozan de via libre para navegar, chatear, entrar en redes sociales, colgar fotos privadas sacadas ante el espejo del baño...

Hijos que se pasaban en junio todas las tardes en casa, consiguen ese mismo septiembre tener carta blanca para estar durante horas en la calle, sin tener que dar explicaciones de adonde van, con quien, ni cúal es la hora a la que deben regresar.

Niñas que unos meses antes debían de salir hacia el colegio abrigadas como si fuesen a explorar el Polo Norte, ese mismo otoño pueden acudir al instituto en camiseta de tirantes y microshorts aunque el termometro ronde los 10·C.


¿La causa de tan tremenda transformación? Pues muy sencillo. Se creen esos padres, nos creemos, que eliminando de un plumazo costumbres adquiridas, hábitos, normas y límites, nuestros hijos entrarán con buen pie, caerán estupendamente, serán perfectos colegas de los alumnos más indisciplinados e indomables. Precisamente después de haber dedicado todo nuestro esfuerzo durante toda su larga infancia para que, llegado este momento, nunca se parecieran a ellos.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Equilibrio imperfecto

Partimos de la base de que la felicidad es un término completamente abstracto, y que muy pocas personas podrían definir con exactitud. Y también de cierto aire perfeccionista que desde siempre me ha acompañado. Sea por lo que sea, hay algo de mí mismo que me irrita profundamente y de lo que hace un tiempo me hice el firme propósito de empeñarme en vencer: esa cierta infelicidad que parece siempre acompañarme.

Y es que es prácticamente imposible que todo, absolutamente todo a mi alrededor fluya con apacible armonía, con equilibrio perfecto.

Porque siempre, en todo momento, habrá alguien cercano, alguien a mi alrededor que estará atravesando un mal momento, o que sufra de alguna dolencia, o con ciertas dificultades económicas... Y claro, todas esas cosas acaban por preocuparme, y por consiguiente acarreandome esas dosis de inevitable infelicidad. 

Pero es que lo contrario es imposible, es irreal, nunca sucederá. Por lo tanto, quizá sea preferible ser plenamente consciente de ello e intentar disfrutar el momento tal y como viene, vivir el día con la mejor sonrisa, y desear, y ayudar en la medida de lo posible, a que esos problemas de la gente que me importa se vayan poco a poco solucionando.

E intentar ser feliz.

Luego, por si aún resultara poco, está también la extraña sensación de estar bien cuando el ambiente social a tu alrededor sólo te transmite pesimismo. Cuando ves demasiados dramas cotidianos, demasiados conciudadanos pasando apuros, obligados a abandonar sus casas por imperativo bancario, demasiados sin techo durmiendo en un banco del parque, demasiadas familias que han de acudir a ayudas y comedores sociales tocados de lleno por una crisis que no distingue necesidades ni personas.

Eso también pesa como una losa. Aunque perciba que ese tema, por desgracia, muchos lo saben llevar mejor que yo. 


martes, 31 de enero de 2012

Crisis en 3D


Leo que la todopoderosa Nintendo cerrará el balance económico de 2011 con pérdidas por primera vez en mucho tiempo. Parece ser que la debacle le ha sobrevenido por el fracaso de ventas de la, supuestamente revolucionaria, pequeña consola portátil Nintendo 3DS. A su público el hecho de jugar con la tercera dimensión no le ha parecido suficiente argumento como para desterrar su actual consola y pasarse corriendo a este nuevo artilugio.


Una consola que, incomprensiblemente, redujo el tamaño de sus pantallas, y según afirman algunos de sus detractores, cuando llevas cierto tiempo jugando marea.
Ahora que todo parece encaminado al mundo de las 3 dimensiones, ¿cómo es posible que se produzca tan aparente contradicción?



Y es que el fenómeno 3D no es nada nuevo. Recuerdo yo de chaval, allá por los inicios de la década de los 80 que ya fuí al cine a ver una peli, gafas mediante, en que daba la sensación que los objetos salían de la pantalla. Y seguramente todos tendremos relativamente cerca alguna sala IMAX que lleva décadas programando, sin pena ni gloria, montones de documentales y cortometrajes sin que ello le suponga un éxito espectacular de público.


 
En mi opinión, la obsesiva presentación de los sistemas audiovisuales en 3D responde simplemente a un burdo reclamo publicitario para animar al decaído consumidor tecnológico, apabullado por una crisis galopante que no parece darle respiro. 

Tema aparte es que, además de ser un efecto claramente sobrevalorado, pienso que el ojo humano no ve en realidad como forma natural esas tres dimensiones, o al menos, mis ojos no perciben los objetos cotidianos como parece presentarnos la pantalla nada mas calzarnos esas horribles gafas de plástico duro. Por lo tanto de imagenes realistas, nada de nada.




El porqué de que ahora cine, televisión, fotografía, videojuegos, todos estos segmentos de consumo se vuelquen con este fenómeno, es simplemente eso, intentar aferrarse a algún recurso (como el de los recopilatorios, homenajes y duetos en el mundo de la música) que ayude a tal malparada industria a intentar levantar cabeza, antes de que la crisis de ideas, en unos momentos en que todas las películas parecen iguales, y las nuevas formas de acceder a la cultura, acaben por sepultar tantos muertos vivientes que deambulan por los estudios de Hollywood buscando espectadores frescos a quienes hincar el diente.