viernes, 24 de mayo de 2013

Three Little Pigs (Los 3 Cerditos)

A lo largo de mi infancia, allá por los años 70 y 80 crecí convencido de la envidiable prosperidad y lo idílico del modelo de vida norteamericano. Para eso estaban las caras teleseries y los repetitivos tópicos empleados en el cine de Hollywood. La imagen de aquellas enormes y majestuosas mansiones en donde vivían los protagonistas nos dejaban a todos con la boca abierta y nos hacían murmurar en más de una ocasión: ¡¡ joo los americanos sí que tienen buenas casas !!
Me intrigaba, eso sí, que dentro de su particular realidad, una realidad que se esfuerzan en meternos al resto del mundo forzadamente y con calzador, ponían mucho énfasis en su preocupación por unos insectos llamados termitas. Unos bichos que nosotros apenas conocíamos, y que, si existían, nos traían sin cuidado.




Cuando en Estados Unidos ocurre alguna desgracia provocada por desastres naturales del tipo de huracanes, tornados o terremotos es cuando aflora el misterio de tan majestuosas viviendas. En el suelo, entre los escombros, solo se adivinan restos de tablas, listones, tableros y maderas varias. Y nos damos cuenta entonces, que las impresionantes casas que nos presentan habitualmente en sus series de moda no dejan de ser enormes cabañas, en donde los materiales de construcción como el ladrillo, el cemento o el acero brillan por su ausencia. Son casas baratas, construidas por carpinteros en lugar de encofradores o albañiles. Y que la típica calle, donde al parecer viven todos los norteamericanos, en que todas las casas disponen de jardín con su canasta de basquet y meten el coche en el garaje mientras un chiquillo a toda velocidad pasa en bicicleta arrojando la prensa delante de cada puerta, no deja de ser en realidad un enorme camping urbano, formado por frágiles bungalows de estilo victoriano.