miércoles, 23 de abril de 2014

Penya: Cuando Fuimos Los Mejores


Domingo por la mañana. Cada día como hoy, me acerco a Badalona, mi hijo me entrega el pase que gusta de guardar hasta el momento de la entrada, paso el torno de acceso al grandioso Olímpic, me dirijo a la entrada en donde la chica de siempre me confirma que es mi sector de gradas. Abro una grande y pesada puerta de acero y... ahí estoy de nuevo, en el interior de una bien iluminada pista, mientras los jugadores evolucionan con acompasados movimientos de entreno frente a la canasta, en el marcador electrónico avanza la cuenta atrás de los minutos que restan para el inicio del partido, y la música anima un ambiente aún escaso de público. Desciendo la escalinata en busca de nuestros asientos y me dispongo a dejarme llevar por las sensaciones del mágico espíritu verdinegro.

Recuerdo ahora que desde muy joven me sentí atraído por esta afición, y viví, sufrí y disfruté con las proezas de uno de los mejores equipos europeos de baloncesto. Acudía esporádicamente a presenciar en directo algún que otro partido, aunque hasta la presente temporada nunca lo había hecho como socio del club.

Creo que ha sido todo un acierto. Cada 15 días el espectáculo deportivo de la liga ACB me reconforta, anima y entretiene durante 80 minutos de competición, nervios, tensiones, emoción, canastas y aplausos.

Este año parece que algo haya cambiado respecto a las últimas épocas del Joventut y gracias a la dedicación y esfuerzo de esos muchachos, se gane o se pierda al sonar la bocina final, la sensación es de entrega y lucha por unos colores. Vives, Llovet, Miralles, Cochran, Ventura, Savané, Kirskay, Shurna, Barrera, Joseph y Suarez se esfuerzan cada semana en devolver a la Penya a los lugares de honor que siempre ha merecido ocupar. 


Y de recordarnos a ese gran conjunto que, esta semana se cumple el vigésimo aniversario, alcanzó la cima del palmarés continental, convirtiéndose en el primer equipo catalán de basquet en proclamarse campeón de Europa en Tel-Aviv aquel mes de abril de 1994.

Si nos dejamos llevar por la nostalgia, a todos nos sienta bien echar la vista atrás 20 años.

A la Penya también.