domingo, 18 de mayo de 2014

3 años de indignación.


El 15 de mayo de 2011, esta semana se cumplían 3 años ya, miles de ciudadanos indignados con la situación de crisis económica y las medidas que los gobiernos de entonces emprendían, golpeando con dureza a las capas más desfavorecidas, con recortes y pérdida de derechos para todo el conjunto de la sociedad, ocupaban plazas y calles de todas las ciudades. Demostraban así su indignación y sus propuestas para una  profunda regeneración democrática.





Improvisados campamentos en la Puerta del Sol de Madrid o en la Plaza Catalunya de Barcelona, que mantuvieron viva esa lucha y sirvieron de base para numerosas convocatorias, asambleas y multitudinarias manifestaciones portando curiosos lemas como "no hay pan para tanto chorizo", "No es una crisis, es una estafa", o "Le llaman democracia y no lo es".

Pero pasados estos 3 años, apenas si queda rastro de lo que fue aquel movimiento espontáneo, casi revolucionario, que fué disolviendose hasta prácticamente desaparecer, y del que quizá la parte más visible que se ha podido conservar son organizaciones adyacentes como la famosa PAH de Ada Colau, o Democracia Real Ya (DRY).

Tres fueron, a mi juicio, las principales causas que acabaron minando la iniciativa:

1. El movimiento pretendió sentar las bases de una participación abierta e igualitaria de todos los activistas, lo que con el tiempo acabó siendo su principal lastre. Las asambleas se prolongaban sin fin debido a la falta de normas internas de organización, y la falta de uno o varios líderes que sirvieran de icono hacia la sociedad y encauzaran las diversas reivindicaciones dejaron huérfano el sentimiento de protesta colectiva.

2. La ausencia de una postura clara y definida que transmitir a la sociedad ante las cruciales elecciones generales de noviembre de ese mismo año. Los indignados tomaron la decisión de mantenerse al margen de las urnas, sin presentar listas propias, ni aconsejar el voto hacia una formación afín, ni propugnar voto en blanco, o nulo, o directamente la abstención.


Nunca pudo cuantificarse el apoyo ciudadano que tuvo aquella iniciativa. La consecuencia, que muchos jamás le perdonarían, fue una desmovilización electoral del sector más comprometido con sus tesis, que sirvió en bandeja un reaccionario gobierno del PP con mayoría absoluta para hacer y deshacer a su antojo la gestión de la crisis.



3. La dureza en la represión de las movilizaciones, con la policía recibiendo consignas políticas y disolviendo concentraciones ciudadanas, empleando una dureza desproporcionada donde igual cargaban contra grupos de estudiantes, en su mayoría menores de edad, pegando, agrediendo y arrastrando niños y niñas por el asfalto de las calles, como provocando graves lesiones debido al uso de gases y pelotas de goma, como el conocido caso de la catalana Esther Quintana. Esas duras imágenes en televisión, que sorprendentemente no han tenido ninguna consecuencia política ni penal posterior hacia sus responsables, consiguieron el efecto buscado: provocar el miedo y el temor en muchas familias que consideraron que participando en esos actos ponían en grave riesgo su integridad física.


En Catalunya tuvo además que soportar otro inesperado contratiempo. La negativa de los participantes en las marchas de asumir dentro de sus reivindicaciones propuestas identitarias y soberanistas, hizo que automáticamente fuesen desterrados a una especie de lado oscuro de la sociedad, criminalizados y atacados sin contemplaciones por buena parte del arco político local, medios de comunicación y todo el aparato logístico que posteriormente sí se puso en marcha para iniciar la deriva independentista en la que nos hallamos inmersos. Esta si aceptada, promocionada y bien vista por las clases dirigentes y diversos ámbitos mas o menos influyentes del pais.


En estos momentos, y ante la encrucijada de las inminentes elecciones al parlamento europeo se han incorporado como candidatas diversas formaciones de nuevo cuño como Podemos (liderado por el televisivo Pablo Iglesias) o el Partido X (Red Ciudadana), con los principios y valores que sirvieron de base para el origen de aquel sueño, aunque quizá ya lleguen demasiado tarde.