martes, 27 de marzo de 2012

Camaras y ... aburriendo!



Hace unas semanas hablaba de la moda del 3D para intentar dar oxígeno a una industria, la del entretenimiento y en particular el cine, que está a la deriva y sin rumbo. Pero es que esto como no se pongan rápido y se lo tomen en serio no tiene salvación posible. 

El otro dia, y para inagurar las posibilidades que nos dará a partir de ahora el BluRay de disfrutar en casa del cine en alta definicion HD (si, ya sé que soy un bicho raro, pero aún me gusta acudir al videoclub a alquilar alguna peli para el fin de semana) me pillé una de las últimas del Spielberg: Super8. La ví en la estantería, de aventuras para toda la familia, no era segunda parte de nada, ni de cómics ni superhéroes, vamos que parecía original y todo. 

Bueno comenzaré diciendo que en mi casa ya no quieren ver películas conmigo. Y es que el cine americano actual me resulta tan previsible, tan trufado de topicazos repetidos hasta la saciedad que a los pocos minutos de metraje ya les cuento a todos de que va y como será la película. Pero es que, uffff, me lo ponen en bandeja. 


Ya nada mas empezar digamos que no ilusiona especialmente, y es que el cine de Hollywood no da apenas concesiones, retrata la vida de ellos, de los USA. Por eso me comienzan a entrar picores cuando en nada ya tengo a toda pantalla un colegio con un horrible autobus escolar amarillo y una bandera de barras y estrellas ondeando en lo alto de un mástil. 

¡¡Los colegios que yo conozco no se parecen en nada a ese!! 

El padre del chico protagonista no es fontanero, ni cajero del super, ni notario... ¿lo adivinais? ¡eureka!, es ayudante del sheriff. Llegados a este punto ya echo de menos al fiscal del distrito, al poli corrupto, a los de asuntos internos, al padre absorbido por su trabajo que ni puede asistir al partido de béisbol de su hijo, la crema de cacahuete, el triturador de basuras, las explosiones que sólo empujan hacia delante, los cristales que al romperse no cortan... manoseados tópicos aunque no sean el caso esta vez.

El punto álgido, por patético más que nada, es cuando una simple y escuchimizada camioneta entra en las vías y consigue hacer descarrilar espectacularmente un pesado y larguísimo tren de mercancías, cuyos infinitos vagones saltan y vuelan por los aires mientras van incendiandose y explotando por aquí y allá.
Y mira en ese momento es cuando ya me cogen ganas de levantarme del sofá y emplear mi tiempo en alguna actividad mas placentera y provechosa, porque, o se me hace algún guiño en pantalla como diciéndome: vale ya se que nos hemos pasado tres pueblos con esta escena... o pienso que me están tomando por idiota. A partir de ahí la peli discurre por más bajos que altos hasta el desenlace final, que según hemos ido siguiendo la historia, se soluciona en dos segundos y no tiene ni pies ni cabeza en relación a lo que se nos había intentado explicar a lo largo de las casi dos horas de cinta. 

Total, que cada día más procuro huir del anodino y efectista cine americano y refugiarme en los personajes, historias y ambientes mucho más cercanos del cine europeo. Y no es nada fácil, habida cuenta de las pocas cosas que se hacen a este lado del océano. 

The End.