martes, 15 de enero de 2019

Tengamos la fiesta en paz.


Desde que comenzó todo este revuelo del prusés, allá por 2012, aquí en Catalunya se ha ido instaurando una regla no escrita de evitar a toda costa en las reuniones sociales y familiares hablar de política.

Debido a las posturas irreconciliables entre los dos bandos enfrentados respecto a la independencia, y la hipotética República Catalana, que derivaban cada vez con más frecuencia en agrios debates que enturbian ambientes festivos y amenazan con romper inquebrantables vínculos afectivos.
Así nos vamos manejando, con más o menos habilidad, durante años. Aunque es evidente que este propósito cada vez resulta más complicado de mantener, puesto que el sector independentista vive ya a jornada completa, los 365 días del año, el tema en cuestión. De manera que ya no piensa, ni habla, ni luce otra cosa que no sea su particular visión del problema. Discursos, banderas y lazos amarillos mediante.

Trasladándote a cualquier tertúlia en torno a una mesa decorada de navidad, eres consciente de lo difícil de tan ardua tarea. Y el esfuerzo que supone buscar temas de conversión que no generen controversias.

Si tocamos el socorrido tema futbolero nos damos cuenta de que solo es considerado equipo catalán el Barça, ya puedes imaginar que van a pensar de ti si fueses del Espanyol.

Si te da por la inocente pregunta ¿y qué, os ha tocado algo en la lotería? vuelves a pisar terreno pantanoso, puesto que el sector indepe lleva tiempo jugando exclusivamente a La Grossa.


Si sacas temas sociales te encuentras enfrente la manoseada retahíla de reproches frente a hechos que son considerados como propios de Españistán, y que según ellos, solo ocurren en un país de pandereta como el nuestro. Ahí entran algunas controvertidas sentencias judiciales, fiestas de pueblo, y hasta la cabra de la legión. Todo con el objetivo de presentar un pretendido carácter retrógrado y casposo del Estat Espanyol.


Si preguntas por las vacaciones cuidado, te pueden venir con que la fortuna gastada en los peajes es otro agravio comparativo que sufrimos exclusivamente aquí. O ese presunto odio que al parecer han detectado en sus viajes por el país, no a los indepes, a los catalanes en general, que para ellos claro es la misma cosa.


De televisión mejor no hablar. No sólo porque con tanta plataforma con sus cientos de series es difícil encontrar temas comunes, sino porque un indepe que se precie tiene sintonizada TV3 las 24 horas del día.


Es llegados a este punto, después de haber fracasado en crear un ambiente de fraternidad y cordialidad, cuando se empiezan a producir silencios incómodos, titubeos al hablar, y situaciones ridículas en que el tema estrella de la noche acaba siendo la previsión del tiempo:
-Pues parece que va a refrescar...


Y es que no puede ser sano ese permanente andar en la cuerda floja, midiendo concienzudamente las palabras, haciendo mas larga cada día la lista de temas tabús, tanteando el terreno con la pericia de quien se interna en un campo de minas.



Esforzándote en buscar mensajes subliminales para averiguar la opción, indepe o constitucionalista, de tu contertulio, y saber si puedes relajarte o por el contrario debes mantener la charla en un terreno pulcramente neutro, desde el punto de vista político.



Esta tensión acumulada provoca que al salir de las ficticias fronteras del territorio, y dejando atrás tanto carácter malhumorado y amargura mal disimulada, se agradezca y disfrute mas que nunca una cara desconocida pero amable, en donde una sonrisa presida la conversación de principio a fin. Una conversación, por lo demás, totalmente superflua y prescindible, pero alejada en definitiva de tanto día histórico y tanta fecha señalada en el imaginario colectivo de una parte de tus conciudadanos y vecinos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario